Aunque tradicionalmente la gastronomía se ha rendido sin condiciones al imperio del vino, poco a poco la cerveza se va abriendo camino dentro del complejo mundo del maridaje. Asociada a situaciones informales o como entrante de una gran comida (por lo menos en nuestra cultura), en la actualidad son muchas las voces que ven el espumoso líquido una manera más que digna a la hora de armonizar el deleite gastronómico.
Pero, ¿de dónde viene la cerveza?
La historia ubica el nacimiento de la cerveza en tierras sumerias, donde numerosos documentos confirman que (no se sabe porque razón) el agua llegó hasta los cereales y se produjo la primera fermentación, dando origen a lo que con el tiempo se convertiría en la cerveza tal y como la conocemos hoy. Consumida habitualmente continuó su tránsito hasta Egipto para establecerse como bebida “del pueblo”, siguiendo así este primitivo caldo sumerio su camino hasta nuestros días.
Con poca fortuna entre griegos y romanos, su consumo y elaboración con el tiempo se extendió por el norte de Europa y las islas británicas, por lo que la cuenca del mediterráneo siguió su tránsito más bien entre vides. No obstante, en la etimología de la palabra cerveza podremos encontrar más pistas relativas a su origen y evolución.
Tipos más habituales de cerveza y combinaciones más frecuentes.
Al igual que con el vino, una de las principales reglas para maridar es que ciertamente no existe ninguna regla. Nuestro registro sensorial, preferencias personales y costumbres nos dirán que afinidad o contraste nos evoca mejores sensaciones a la hora de armonizar el deleite gastronómico con cerveza. Una gran ventaja de la cerveza sobre el vino es que combina muy bien con la acidez y con salazones.
Para hacer esta sencilla guía vamos a dividir las cervezas dos grandes familias: Ale y Lager
Cervezas tipo Ale:
Esta familia de cervezas de fermentación alta (que utiliza levaduras en su proceso de fabricación que pueden fermentar a temperaturas de hasta 25ºC) se caracteriza principalmente por su complejidad y robustez. Aunque el resultado final a nivel aromático dependerá de la mezcla de ingredientes y de su crianza, generalmente suelen tener notas frutales y de malta, además de una gama de colores que van desde el rubio cobrizo hasta el rojo. Dentro de esta gran familia, las más comunes con su maridajes asociados son:
- Pale ale: pasteles de carne, quesos de vaca maduros y hamburguesas.
- Bitter ale: pollo, cerdo y pescado a la parrilla.
- Red ale: mariscos y comida muy especiada.
- Indian pale ale: comidas muy grasas, especiadas y postres dulces.
- Old ale: cordero, roast beef y caza.
- Stout: comida picante, china y mexicana.
Cervezas tipo Lager:
Son las cervezas más comúnmente comercializadas. Son de origen alemán y se caracterizan por ser de fermentación baja (a muy baja temperatura). A nivel sensorial se caracterizan por su característico aroma a lúpulo y malta (ligeramente amargo y seco), generalmente doradas, translúcidas y refrescantes. Dentro de la familia Lager generalmente podemos encontrar las siguientes variedades con un maridaje prácticamente universal:
- Estilo Pilsen: pollo, ensaladas, salmón y salchichas.
- Estilo Munich: frutos secos, comida picante, cerdo.
- Estilo Baviera: mejillones y carnes en general
- Estilo Viena: comida picante, salchichas y todo tipo de entrantes.
- Estilo Bock: queso Munster y carnes a la brasa.
Ahora sólo te queda poner en práctica estos maridajes y contarnos qué tal ha combinado la cerveza elegida con tu elaboración realizada en equipamiento Repagas. Si aun así prefieres el maridaje con vino, aquí tienes tu guía.
